Casting para Charlotte Speckhart

Cásting para:: Tomar personaje cannon
Nombre del personaje: Charlotte Speckhart
¿Por qué tu casting debería ser aceptado?:
Primero decir que nada más entrar, el foro me encantó, por la saga, por la actividad, y por todo, pero la poca descripción del personaje me llamó mucho la atención, y por eso quisiera tomarla. Creo que me gusta llevar personajes con historia, con personalidad y con la trama del foro, creo que sabré encajar a Charlotte (si me aceptan), algo que me haría mucha ilusión. Sé que sería activa, y que sacaré -o intentaré sacar- el mejor partido al personaje y a la historia.


PRUEBA DE ROL
Situación: Charlotte y Derek en una cafetería, hablando.

Se encontraba en la cafetería más cercana a la Universidad, tomándose un capuccino con mucha calma, como si ignorase que frente a ella un chico hablaba de mil cosas. Sí, estaba acompañada por su hermano Derek, pero como si no fuese así, porque ella estaba con la mirada perdida tras los cristales de los enormes ventanales que cubrían el local, con la mente volando por quién sabe qué lugares, y con los pensamientos perdidos.
¿Por qué no pensaba? Porque se había cansado, de eso y de todo. Era recordar las noches de luna llena y querer lanzar la taza al suelo y que se hiciese añicos. Era recordar lo que durante esos días sentía y le entraban ganas de salir a correr por el bosque, a cansarse, a que se la tragara como la tierra se tragaba el agua. Pero eso eran solo pensamientos, ella no lo haría.

Tal vez no se daba cuenta pero movía la pequeña cucharilla una y otra vez dentro del café, ensimismada entre los coches que pasaban, la gente que charlaba y caminaba por las calles y todo lo que fuera les rodeaba, pero su hermano sí lo hacía.
- Charlotte, ¿puedes prestarme atención por una vez en tu vida? - preguntó el joven, algo cansado de la actitud de su hermano. En ese mismo instante todo para ella cambió de color. Se incorporó en su sitio, deteniendo el movimiento de la cuchara y se fijó en él, ese joven atractivo -tal vez demasiado- que pasaba por la calle. - Bien, pensé que seguiría hablando solo - murmuró algo irónico el mayor de los hermanos, pero al ver lo que ocurría, donde su hermana tenía fija la mirada, cayó en cuenta de que sí, seguía hablando solo.

Elegante, altanero como siempre, así iba Christian por la calle, al parecer rumbo a la Universidad. La fruta prohibida, eso era el moreno, pero aún así no podía dejar de mirarlo. Si alguien le hubiese preguntado en ese momento qué sentía, hubiese contestado que todo y nada. Todo porque sabía que lo quería, o por lo menos sentía algo fuerte por él, y nada porque ella era Charlotte Linette Speckhart, y nadie nunca sabría cómo se sentía en esos momentos.
Soltó un suspiro cuando aquel chico con traje informal desapareció de su campo visual y entonces fue cuando miró al frente, viendo a su hermano de brazos cruzados y con las cejas alzadas.
- ¿Qué? - preguntó alzando ella también las cejas, mirándole seria.
- Ya hemos hablado de eso, de él, así que no me hagas repetírtelo. - le advirtió el joven, también serio, pero no tan despectivo como Charlotte.
- El que sepas lo que pienso y siento respecto a él no te da derecho a juzgarme. - atacó cual cobra venenosa, rodando los ojos, para luego tomar la taza de café y darle un sorbo, volviéndola a dejar sobre la mesa. - Aparte, mirar es gratis, y todos tenemos ese derecho. ¿O no hermanito? - añadió, guiñándole un ojo con la maldad escrita en ellos. Sin dejarle añadir nada más, se levantó de su sitio, agarrando la chaqueta y el bolso y se acercó a Derek, dando unos toquecitos en la mesa. - Además, con él no ocurre nada. Solamente miro, tengo buen gusto - comentó, dándole luego un pequeño golpe en el hombro y marchándose luego de ahí, con una sonrisa en su rostro, mezclando picardía y maldad.

No, nunca le diría que lo quería, esa no era ella, sino una frágil y estúpida jovencita enamorada. Ella lo conquistaría, con rudeza, con elegancia, con sus mejores sonrisas, solo que sin decir sus objetivos. Sí, era complicada, caprichosa y exigente, pero eso solo hacía que lo deseara más, que la fruta prohibida oliera cada vez mucho mejor. No era posible estar con él, lo sabía, y tampoco tenía esas intenciones, pero jugar a conquistarle era algo que no descartaba, como tampoco el hecho de que aunque su hermano siguiera oponiéndose a sus gustos, a ella le seguiría gustando el chico. ¿Por qué? Ni idea, pero tenía algo que la embriagaba, y a veces resultaba complicado evitar sentirse así.